martes, 25 de noviembre de 2014

Tengo un sueño

Hoy es el "Día Internacional contra la Violencia Machista". No me gustan mucho los "Días Internacionales de lo que sea", porque parece que es el único día del año en el que la gente se acuerda del tópico correspondiente: el día de la lucha contra el cáncer de mama, todos mostramos nuestro apoyo hacia las mujeres que lo padecen mediante mensajitos en facebook, lacitos rosas en whatsapp, anuncios en la televisíón e incluso conciertos organizados por emisoras de radio. Pero, ¿y los 364 días del año restantes? Nadie las recuerda. Sólo las personas que se ven afectadas de modo directo.
Lo mismo ocurre con la violencia machista. Hoy, todo el mundo estará pendiente de los mismos mensajitos de facebook, de las noticias en los medios de comunicación sobre estadísticas de mujeres asesinadas a manos de sus maridos, etc. Y el resto del año, ¿qué?
Porque contra el cáncer de mama sí es cierto que, más allá de las revisiones médicas rutinarias, no podemos luchar individualmente. Pero contra la violencia de género sí. Sí podemos. Es más: DEBEMOS.
El problema de este tipo de violencia es que está demasiado arraigada en nuestra sociedad. No hace falta llegar a un extremo fatal como es un asesinato, para comprobar que está latente entre nosotros, y que somos muchas las mujeres que de uno u otro modo la sufrimos a diario. Me atrevería a decir que la mayoría. Comentarios, gestos, actitudes, acciones por parte de los hombres, e incluso por parte de las propias mujeres.
Somos una sociedad machista por naturaleza, y ese es el problema de fondo, por lo cual es contra eso contra lo que debemos luchar.
Tomando una tarde un café con una amiga y su hijita que estaba empezando a decir sus primeras palabras, me vino un pensamiento a la mente. La pequeñina sólo decía "pa-pa", y mi amiga se "enfadaba" porque no decía "ma-ma". Y entonces pensé: si los bebés, que por norma general pasan más tiempo con sus "mamás", y comienzan a decir antes "pa-pa" que "ma-ma", ¿por qué las madres no son las "pa-pa"? Todos conocemos el increíble nexo que se establece entre una madre y su hijo durante su primer año de vida. Es lógico pensar que, de llamar a alguien, el bebé llamará a su madre ya que es la persona de la que más dependencia tiene, y que la primera palabra que pronuncie será para referirse a ella. Pero como la lógica, lamentablemente, no se suele aplicar mucho, el "honor" de la primera palabra de un bebé se lo lleva, cómo no, el macho alfa.
Pero es un concepto tan tan tan arraigado, que ni nos damos cuenta que, desde muy pequeños, se nos está inculcando.
Me encantaría tener la clave para, poco a poco, romper todas estas ataduras, pero no la tengo. Creo lo importante es intentar que nuestros pensamientos sean siempre consecuentes con nuestros actos. Y que los reivindiquemos. Y que eduquemos a las nuevas generaciones en el valor de la igualdad, en su más amplio sentido de la palabra. Porque esa será la única manera de lograr un mundo mejor en el que vivir.

"Tengo un sueño, un solo sueño: seguir soñando.
Soñar con la libertad, soñar con la justicia, soñar con la igualdad,
y ojalá ya no tuviera necesidad de soñarlas."
Martin Luther King

1 comentario:

  1. Yo creo k es basico y fundamental la educacion que se le da a nuestros hijos. El educarlos de una forma en la que vean que hay que respetar de la misma forma seas del sexo que seas o tengas la piel del color que la tengas. Al fin y al cabo,uno crece con lo que ve,y que mejor manera que crecer viendo que no existe discriminacion de ningun tipo en tu vida cotidiana.RESPETO.

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