lunes, 17 de noviembre de 2014

Somos lo que comemos

¡Muy buenos días! ¿Cómo va esta mañana de lunes?
Como este fin de semana la meteorología no nos acompañó para disfrutar del aire libre, fue perfecto para experimentar en la cocina, así que hoy os traigo una nueva recetina exprés, sanísima, fácil y sorprendente que descubrí en un blog (de cuyo nombre no puedo acordarme): "patatitas como las de bolsa caseras, 100% sanas".
No sé si los snacks salados, llámense patatitas, fritos, risketos, o como sea, os gustan tanto como a mí, pero es que a mí me encantan. El único problema, a parte de su alto contenido en calorías que todos sabemos dónde se instalan, es que son "veneno" para nuestro organismo. Un veneno muy rico, pero veneno, al fin y al cabo. Porque todos estos snacks tan sabrosos y adictivos, están prácticamente constituidos de sal y de grasas saturadas, nutrientes que hacen un flaco favor a nuestro cuerpo. Aunque tanto las grasas como la sal son necesarios para su correcto funcionamiento, en el caso de la sal, debe ser tomada en muy poca cantidad, porque su exceso provoca hipertensión arterial, y las grasas que debemos tomar son preferiblemente las grasas insaturadas, que son las que precisamente NUNCA vamos a encontrar entre los ingredientes de la mayoría de los alimentos envasados (patatitas, bollería industrial, etc.). Las grasas saturadas son de origen animal, pero también están presentes en el aceite de palma, con el que últimamente se producen la mayoría de estos productos (lo que trae como consecuencia añadida directa la deforestación de la isla de Borneo, un maravilloso rincón de la naturaleza en el que se han talado miles de hectáreas de selva virgen para sustituirla por plantaciones de palma para obtener aceite...pero ese es otro tema).
¿Cuál es el efecto de las grasas saturadas pululando por nuestro interior? Pues básicamente, al igual que todas las grasas (tanto buenas como malas cuando se consumen en exceso), acumularse en el tejido adiposo (o sea, en forma de michelines, cartucheras, panza o como queráis llamarlo). Pero además estas grasas, debido a su composición química, aumentan el colesterol "malo", o LDL, en nuestra sangre, porque impiden que las células lo utilicen, obligándolo a circular por nuestro torrente sanguíneo, con el consecuente riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares (las relacionadas con el corazón).
Al contrario, las grasas insaturadas, que son las que se encuentran en alimentos como el pescado, el aguacate o el aceite de oliva, debido a su composición química también, tienen el efecto contrario que las saturadas, ya que ayudan a reducir el colesterol "malo" o LDL.
Así que, tras el sermón contado, vamos allá con nuestras "patatitas prácticamente iguales que las industriales, pero caseras y 100% sanas".
Los únicos ingredientes que se necesitan son:
- Una patata
- Una pizca de sal
- Un chorrito de aceite de oliva
- Especias al gusto (opcional)

Para prepararlas, peláis la patata (o no) y la cortais en rodajas lo más finitas que podáis (yo tengo un pulso malísimo, y me quedan bastante irregulares, pero el resultado es el mismo). Las colocáis sobre un plato cubierto con papel de horno, juntas para que quepan todas, pero sin que se solapen, y les añadís la sal y las especias y una gota de aceite de oliva en cada una. Las introducís unos 8-10 minutos en el microondas (el tiempo es orientativo ya que depende de la potencia del micro; lo mejor es que transcurridos unos 4 minutos comprobéis cómo están para que no se quemen), y ¡¡¡listas!!!


 
 

El color rojo que les veis se debe a que les añadí una mezcla de especias que contienen paprika y pimentón, para darles un toque picante, aunque no controlé muy bien el bote sazonador y en algunas eché demasiada cantidad. ¡Gajes del oficio!

Bueno, espero que hayáis aprendido la lección de hoy y que nunca más volváis a tomar grasas saturadas ;)
Es broma. Lamentablemente en nuestra sociedad, llevar una alimentación completamente saludable es casi imposible. Lo importante es no abusar de ese tipo de alimentos, e intentar sustituirlos por sus versiones naturales siempre que sea posible, aunque sin obsesionarse con eso, porque ninguna obsesión es buena. Y recordad que "somos lo que comemos", y todo lo que nos llevamos a la boca es reflejo de nuestra forma de ser, de pensar y de sentir :)

Un besín, y feliz semana!
Olaya
 

 
 
 








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